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El hombre es un ser social por naturaleza. El ser necesita relacionarse con el resto de personas y generar vínculos que le ayuden a construir su personalidad, y la sociedad en la que vive. A través de ésta da sentido a su existencia, al mismo tiempo que reafirma su manera de ser y pone en relevancia todo aquello por lo que se interesa, por lo que muestra un gusto especial y por lo que se siente atraído. El arte une a los seres humanos, según sus gustos, pensamientos, forma de actuar o creer. El arte forma parte de nosotros, de la historia en la que vivimos y determina en ocasiones el momento que nos rodea y que nos toca vivir.
La Armónica de San Antonio es el resultado de una de estas corrientes de identidad artística y cultural que nació en San Antonio hace más de un siglo, a finales del siglo XIX, y que ha evolucionado hasta lo que es hoy en día, una sociedad musical sólida, con una estructura organizada que vela por el desarrollo de las personas de nuestra localidad y de sus alrededores, al mismo tiempo que mantiene viva la cultura y el arte musical.
Las sociedades están organizadas de modo que funcionan de forma autosuficiente. Entre las personas que las formas, se encuentra un amplio grupo de personas, que los une a todos y que resulta la parte más amplia e indispensable de la misma. Ellos son la base que constituye la existencia de la sociedad. Ellos son los socios de la sociedad. El ser socio de una entidad crea la fortaleza necesaria para que la entidad pueda ejecutar todo aquello que se proponga. La banda de música de San Antonio existió mucho antes que su sociedad, aunque en un determinado momento se creyera necesaria la creación de unos estatutos sobre los que ir desarrollando un trabajo que seguiría unas líneas y un orden, buscando el bienestar interno y un equilibrio entre todos sus equipos, a la vez que garantizase el buen funcionamiento de la misma, algo que se ha conseguido con creces durante las últimas décadas en nuestra sociedad.
La Sociedad Musical La Armónica de San Antonio se creó en 1948, y siempre ha mostrado un especial cariño en cuidar de todos y cada uno de sus socios. Los socios, además de ser cómplices de la existencia de la música en San Antonio, disfrutan también de la banda sinfónica, de la banda juvenil, de la Escuela de música y de un amplio local en el que se generan múltiples actividades. Cada año, uno de sus actos se dedica expresamente a homenajear a la figura del socio, que con su aportación y con la generosidad de pertenecer a una sociedad musical hacen de San Antonio un lugar más completo donde crecer y vivir.
El 19 de mayo de 1991, en el salón del Cine Lara de San Antonio se daban cita muchos de estos socios para escuchar un nuevo programa de concierto. Ese mismo año, en el mes de julio, La Armónica se enfrentaba de nuevo a otro reto en el que comenzaba a coger experiencia, los certámenes de bandas de música. La banda de música de esta sociedad acudiría a la Primera Sección del Certamen Internacional de Bandas de Música “Ciudad de Valencia”, una cita de gran relevancia para cualquier músico, para cualquier director y para cualquier banda de música de prestigio. En este concierto del mes de mayo que se dedicaba a los socios, la banda enfilaba ya su recta final, exponiéndose a la prueba del público, a los nervios del directo y del escenario, que crean la exigencia y la magia característica de eventos como los que se escuchan en estas audiciones.
El programa de concierto, entre otras obras, contenía las dos piezas clave del Certámen Internacional de Bandas de Música de esa edición, que eran la obra libre Praise Jerusalem, de Alfred Reed y Ballets, obra obligada de esa cita estival valenciana, compuesta por Miquel Asins Arbó.
Además, de escuchar como apertura del concierto en el mes de mayo la marcha Moros y cristianos, del Maestro José Serrano y Cançons de mare del Maestro Rafael Talens. En la segunda parte también se interpretaron, antes de llegar a la audición de al obra libre, el pasodoble Puenteareas, de Soutullo, Serenade del compositor británico Derek Bourgeois, y Rushmore, de Alfred Reed.
Miquel Asins Arbó, compositor valenciano, estudió composición con Manuel Palau en el Conservatorio Superior de Música de València, y armonía con el requenense Pedro Sosa. Fue nombrado miembro de la Real Academia de San Carlos de València en 1980, y unos años antes de su fallecimiento compuso la obra obligada para la edición de 1991 del Certámen Internacional de Bandas de Música Ciutat de València de 1991. La obra recoge algunos de los motivos más representativos y característicos de la música tradicional valenciana, que a su vez habían sido extraídos de algunos de los trabajos de recuperación musical que Asins Arbó había recopilado en varios cancioneros populares valencianos anteriormente. La obra Ballets, contiene cuatro tiempos, cada uno correspondiendo a un ballet distinto: Alfonso XIII, Animalot, Pardalero y Sereno.
Tras varias obras, en la segunda parte, para concluir el concierto extraordionario en honor a los socios de La Armónica, se interpretó Praise Jerusalem, obra compuesta por Afred Reed en 1986. Una apuesta atrevida para una plantilla de músicos jóvenes que se exponían a intervenciones solísticas en muchos casos de una complejidad muy elevada. En ningún momento antes la S.M. La Armónica había extremado tanto su nivel de calidad, ni se había medido en esta sección con otras bandas de un calibre tan elevado. El empeño en conseguir uno de los premios que todavía no estaban entre sus galardones obtenidos la llevaron a ensayar a fondo. Así lo hizo, y parte de esos ensayos y conciertos de los últimos meses, servían para poner a prueba los instrumentos con programas de concierto como el que se escucha en esta ocasión.
Recuerdo como fueron las últimas semanas de ensayos antes de ir al Certamen en julio de 1991. Todos los días se ensayaba en la calle, a la luz de los focos, los músicos llevábamos nuestros bocadillos y cenábamos antes de ensayo. De mi casa íbamos mi padre, mi hermana y yo, los tres músicos. Cada noche asistía gente a escucharnos como público, incluso se acercaban hasta San Antonio compositores, maestros y directores de otras bandas de música que llegaban para ver cómo se habían trabajado las obras o cómo sonaba la banda. Cuando llegó el momento de ir a Valencia a la plaza de toros, el ambiente de toda la sociedad era distinto. Varios autobuses salían hasta con músicos, acompañantes y todos aquellos seguidores y forofos que no querían perderse la interpretación y deseaban verla in situ. Los músicos entrábamos por las puertas laterales, y desde ahí esperábamos nuestro turno de desfile. Recuerdo que a esas horas todavía hacía calor, aunque anochecía y esperabas sentado en las gradas, junto al resto de músicos hasta que llegara el turno de intervención. Uno de mis recuerdos de esa noche fue justo antes de subir al escenario. Don Jesús me llamó para decirme que subiera el primero, ya que era de los más pequeños que iban a tocar esa noche con La Armónica, un momento que siempre recordaré. Esa noche, el 15 de julio de 1991, La Armónica se llevó el Primer Premio y la Mención de honor.
Víctor Gil, trompista de “La Armónica” y actual Presidente de la Sociedad Musical.